martes, 27 de octubre de 2009

PROLOGO PARA LOS QUE NO TENEIS EL LIBRO


Catch "Un doble round en el contexto de los significados cambiantes"






CATCH, es una versión heterocrónica de la Historia del Arte vehiculizada a través de un combate de Pressing Catch. Sus personajes son conglomerados a través de un hecho azaroso y fortuito como es la reaparición de Wooden Boulder (un paradigma artístico del land art, desde donde David Nash introdujo, entre otros agentes constructores del hecho artistico, "el tiempo", el mismo que robó George Kubler en los años 60).


AUTOR: Rafael Beneytez Durán
TITULO: “CATCH: un doble round en el contexto de los significados cambiante”
COLECCIÓN: Psicobol nº1
EDITA: Escuela Superior de Arquitectura y Tecnología. ESAT. UCJC.
FECHA: 2009
LUGAR DE EDICIÓN: Madrid
ISBN: 978-84-95891-36-5
EXTENSIÓN: 70 pg
disponible en Naos

ABSTRAC:

Catch tiene por objeto valorar el “potencial” del espectáculo oculto en lo que es hoy la complejidad cultural más depurada de la historia. Propongo un combate de Catch virtual, ayudado de las técnicas del desbarre de Roland Barthes. Wooden Boulder, la roca de madera que David Nash puso a rodar en 1978 en un arroyo de Gales, hasta llegar al océano donde desapareció en 2003, regresa en esta hipótesis, tras seis años cruzando el Atlántico para varar en Roosevelt Island, al marco del objeto artístico tasado y con ello se sitúa, exactamente, en el lugar de donde huían los alumnos de Anthony Caro: aquel donde el agente triunfante es la fuerza del valor económico. Walter Gropius presencia como “La Bauhaus”, proyecto nacido en Weimar con las fuerzas de la voluntad de reforma social, se ha convertido en un “estilo” archivado en el museo tras viajar a Estados Unidos custodiado por Alfred H. Barr, primer director del MoMA. Rafael Moneo explica a través del concepto de arbitrariedad como Frank Gehry hace de cualquier objeto una arquitectura posible. Podríamos imaginar ahora un cuadrilátero donde Gropius y Moneo se enfrentarán como lo harían King Booker y El Gran Kali, disertando sobre Wooden Boulder, mientras Niki de Saint Phalle les apunta desde la grada con una escopeta cargada de balas de pintura que disparará tan pronto Roland Barthes tenga las pruebas necesarias para identificar la escena como un autentico “Smack Down”.

PRÓLOGO:


Escribe George Kubler (1912-1996), historiador del arte y profesor en Yale hasta 1983, en “The Shape of Time”, que no le es válida a la historia del arte la metáfora biológica del tiempo. Que el tiempo tiene muy diversas texturas y todas ellas obligadas a pasar por el mismo presente. Tomando prestadas sus palabras : “Nuestro conocimiento histórico de Auguste Rodin cambia para siempre nuestra interpretación de Miguel Ángel, como si la historia no se moviese hacia delante sino hacia atrás, y a la sazón, hacia delante otra vez”. Me servirán sus palabras en este comienzo como una expresión esclarecedora del asunto que ahora me quiero referir. A lo largo de la historia hay señaladas circunstancias y etapas que producen conexiones directas con otras, sitas bien en el pasado o bien dispuestas para el futuro, de modo que la conexión entre ellas se produce mediante un mecanismo parecido a lo que podríamos visualizar en un pliegue. Pliegues temporales que permiten, según Kubler, dar consistencia a un entendimiento mucho más preciso de la Historia del Arte y más allá de esta, incluso, de la humanidad. La Historia del arte, según Kubler, “se parece a una cadena rota, aunque reparada con frecuencia, hecha de cordel y alambre para conectar algunos eslabones con piedras preciosas y aislados, que sobreviven como prueba física de la invisible secuencia original de objetos primos”. El modelo de tiempo diseñado por Kubler no es completamente casual ni tampoco progresivo; opera con la información en el mismo nivel que lo hace la cibernética. Un circuito cargado con una señal, se divide en vectores que pueden provocar el surgimiento de otros vectores, provocar un corto-circuito o conectar diferentes soluciones para un problema compartido. Aplicando a la Historia del Arte, la teoría del tiempo ofrecida por Kubler, resurge la plenitud del entendimiento de determinadas materias y las deja disponibles para una nueva interpretación retroalimentada por los acontecimientos que formulan nuevas valoraciones en el tiempo. Con este texto intentaré que toda la materia expuesta, quede reactivada a otras interpretaciones, que como en un circuito eléctrico metafóricamente identificado con la Historia del Arte, pueda producir nuevos corto-circuitos, o pliegues y nuevas conexiones con otras materias compatibles a ella dispersas en el cosmos de la Historia. La selección de dicha materia se prima por su gran valor comunicativo.

Simultaneamente al anterior planteamiento y contenido en la misma mano consideraré la noción de entropía por ser éste un asunto que le compete a cualquier sistema tal y como explicará Wiener. Según Kubler “El Campo de la historia contiene muchos circuitos que no se cierran nunca” . Pamela M Lee, catedrática asociada del departamento de Arte e Historia del Arte de la Universidad de Stanford (Palo Alto), agrupa en “Ultramoderno”, a George Kubler, Norbert Wiener y Robert Smithson, por su preocupación común frente a las nociones derivadas de la segunda ley de la termodinámica: la entropía. Wiener, el matemático del MIT [Instituto Tecnológico de Massachussets], uno de los fundadores de la teoría de la comunicación conocida como cibernética, insinuaba que “la obra de vanguardia se estaba produciendo por mor del prestigio social e intelectual de ser un sumo sacerdote de la comunicación”, y por ello “la calidad y el valor comunicativo del mensaje caen en picado”. Tales declaraciones implican que la Historia del Arte moderno, en tanto que sistema, está inserta en un proceso entrópico que avanza en la medida en que la comunicación y el valor comunicativo de los objetos del arte pierden nitidez como emisores, como señales, a cambio de otra tentación que es la del prestigio. La entropía en el caso de Wiener operaba como la tendencia al desorden o al caos que de forma inevitable se instalaba en cualquier sistema cerrado. Wiener se pronunciaba a favor de entender que el detenimiento de un “Niagara de la Entropía”, tal como él lo señalaba, solo se produce a través de la “verdadera belleza”. El escenario que propongo con este texto (disculpe el lector la fragilidad de algunos tramos a favor de la imagen de fondo) está instalado en este sistema de las obras de vanguardia. Se esfuerza por reflejar el potencial entrópico que opera en el momento en el que se produce un colapso simulado de dicho sistema.

Con la otra mano introduciré en la construcción del texto un artificio un tanto barroco capaz de construir la posibilidad heterocrónica del momento que relato: En 1957 Roland Barthes publicaba una colección de textos escritos entre el año 1954 y 1956, bajo el título de “Mitologías”. Estos textos se amparaban en dos decisiones :“Por una parte una crítica ideológica dirigida al lenguaje de la llamada cultura de masa; por otra un primer desmontaje semiológico de ese lenguaje”. En el prologo a la primera edición de “Mitologías”, explica Roland Barthes que la noción de mito da cuenta de falsas evidencias; que hay a su vez, un terreno confuso sembrado entre naturaleza e historia en el relato de nuestra actualidad bajo el que él se sentía en la necesidad de manifestar el abuso ideológico que se encuentra oculto en: “la exposición decorativa de lo evidente – por – sí - mismo”. El primer texto que presenta, titulado “El mundo del catch” hace valer al catch como un espectáculo cuya misión está inscrita paralela al valor del teatro clásico griego como herramienta de interpretación de lo “social”. Por tanto, es allí donde todos los valores sociales son expresados con énfasis hacia una lectura, que construida inteligible, relata con excesiva pasión y drama la sociedad a la que tal espectáculo se ofrece. La figura de catch como imagen metafórica servirá en este texto para poner sobre el mismo marco elementos que de otro modo no son fácilmente aceptables y asociables sin una mayor extensión. Por otro lado, este escenario, rompe de partida con un orden “de lo cronológico” en la Historia para hacer pasar por el mismo presente un acontecimiento excesivo y simulado como es el del espectáculo del catch pero aplicado a elementos de gran valor comunicativo y autores de gran prestigio intelectual y creativo inscritos en la Historia del Arte. Tal escenario está construido con personajes no coetáneos. Su estética beligerante permite enfatizar la intención de este encuentro. La construcción del marco es, por todo lo anteriormente señalado, hetrocrónica. Los púgiles son los agentes que permiten formular un pliegue en el tiempo para poder dar compresión a una sugerente lectura de la Historia.

Catch tiene por objeto valorar el “potencial” del espectáculo oculto de lo que es hoy la complejidad cultural más depurada mediante este combate virtual que, ayudado de las técnicas “del desbarre” que Fernando Castro Flórez señalaba en Roland Barthes cuando decía: “Principalmente a Barthes le interesaba los deslizamientos, las intromisiones, los desbordamientos, las fugas y desplazamientos frente a las oposiciones del mundo y del sujeto. Utilizaba la “técnica del desbarre”, que sin duda alguna era la mejor táctica para escribir sobre algo que no es un deporte sino un espectáculo.” se instale en esa complejidad.
Catch pretende construir, mediante un pliegue del tiempo en el devenir de la Historia, un más amplio entendimiento de algunas circunstancias y objetos que, ocurridas en distintos momentos desde los años veinte a los dos mil, se entrelazaron heterocronicamente.

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